A partir de cierta edad, la alimentación es un factor clave para mantenerse joven y en buena forma. Para conseguir esa dieta equilibrada no son necesarios grandes sacrificios, sólo un poco de sentido común y un leve cambio de costumbres.
Podemos formar un fondo verde con brócoli o coles de Bruselas, ricos en vitaminas A y D. El color crema de la patata o la coliflor –dos de los alimentos más completos que existen- combina bien con el anaranjado de la zanahoria, rica en carotenos, compuestos que el hígado trasforma en vitamina A. Para un color más vivo ¿qué tal unas remolachas? que reducen la presión arterial y combaten la anemia. ¿Y por que no añadir unos guisantes y unos granos de maíz, altamente nutritivos? Al final, una pincelada de color dorado con un buen chorrito de aceite de oliva, que cuenta con una lista de propiedades curativas demasiado larga de enumerar. Y muy poco o nada de sal. Ensaladas -con una variedad que nos sorprende de mes en mes- las siempre deliciosas legumbres, pastas y arroces -a ser posible solos o con marisco, nunca con carne-, carnes blancas y pescados con poca grasa o azules, cocinados a la plancha, al vapor o al horno, lácteos -especialmente buenos para luchar contra la osteoporosis- dos o tres piezas de fruta al día, una pequeña porción de pan integral y quizá una copita de vino son alimentos suficientes y variados para mantenernos en buena forma.
Los puristas afirman que lo único que no engorda es lo que se queda en el plato. Pero no hay que llegar a tales extremos. Para mantener el peso ideal los nutricionistas afirman que es mejor comer al menos cinco veces al día, pero en cantidades pequeñas
De esta forma, el metabolismo se mantiene activo y evitamos que el cuerpo, privado de alimentos durante horas, se “asuste” y tienda a “almacenar” todo lo que recibe en previsión de nuevos periodos de ayuno.
El término antioxidantes irrumpió hace ya tiempo en el lenguaje común, y entre las fuentes más ricas de éste se encuentra el dimetalaminoetanol, presente en muchos alimentos y, de forma especial, en el pescado azul. Los antioxidantes mantienen una lucha sin cuartel contra los radicales libres, que a su vez se producen por la oxidación celular, al tiempo que ayudan al organismo a reforzar el sistema inmunológico. Cuando la proporción de radicales libres aumenta de forma descontrolada afecta al ADN de las células y contribuye a la aparición de enfermedades cardiovasculares y al envejecimiento precoz.Mala alimentación, malos hábitos, como el tabaco y el alcohol, contaminación, estrés, falta de ejercicio y otros muchos factores contribuyen al aumento de los radicales libres en el organismo. Hay otros términos que conocemos pero son difíciles de explicar. Como el colesterol bueno y la hormona DHEA.El colesterol malo o LDL se ha convertido en la “bestia negra” de los médicos, que lo persiguen sin piedad en sus pacientes, ya que se acumula en las arterias y aumenta de forma alarmante la posibilidad de enfermedades coronarias.Por el contrario, el colesterol bueno o HDL, ayuda a combatir al LDL y a evitar que éste se acumule.La hormona DHEA fue bautizada a finales del siglo XX como el elixir de la eterna juventud, aunque las esperanzas puestas en ella no han dado -al menos de momento- los resultados esperados. DHEA es la abreviatura de dihidroepieandrosterona, una hormona natural producida por las glándulas suprarrenales y que, a su vez, puede crear hormonas como la testosterona, los estrógenos y la progesterona. Estas hormonas disminuyen con la edad y su ausencia contribuye a la diabetes, demencia y problemas cardiovasculares en los hombres, y a la obesidad y problemas vasculares en las mujeres.La investigación con células madre está aún en sus inicios, pero todo hace pensar que los seres humanos del futuro podrían vivir más de cien años, en una excelente forma física y mental.
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