El chantajista sabe cuánto valoramos la relación que nos une a él. Conoce nuestros puntos débiles. A menudo está enterado de nuestros secretos más profundos. Y por más que nos quiera y nos ame, cuando teme no obtener lo que necesita, utiliza ese conocimiento íntimo y personal para formular las amenazas con que logrará su objetivo: que hagamos lo que él nos pide.
Al saber que queremos su amor o su aprobación, nuestros chantajistas nos amenazan con privarnos de uno o de otra, o nos hacen sentir que debemos ganarlo. Por ejemplo si usted valora el dinero y la seguridad, el chantajista podrá poner condiciones para proveérselo o amenazará con quitárselo…. Y si usted le cree a su chantajista, terminará por dejarlo controlar todas sus decisiones y actitudes. Se suele terminar entrelazado en una siniestra danza con el chantajista, una danza con miles de pasos, formas y desplazamientos.
Recuerde: siempre se necesitan dos para el chantaje, dado que se trata de una transacción.
Nada cambiará en nuestra vida mientras nosotros no cambiemos nuestra conducta.
Los seis síntomas del chantaje emocional son:
1- Exigencia
2- Resistencia
3- Presión
4- Amenazas
5- Obediencia
6- Reiteración
Si alguien, con toda sinceridad, desea resolver el conflicto con usted de manera clara y equitativa, hará lo siguiente:
· Le hablará con claridad sobre el conflicto existente.
· Averiguará cuáles son los sentimientos y las preocupaciones de usted.
· Descubrirá por qué usted se resiste a sus deseos.
· Aceptará su parte de responsabilidad en el conflicto.
Si el objetivo fundamental de alguien es ganar la partida y dominarlo, hará lo siguiente:
· Tratará de dominarlo.
· Ignorará sus protestas.
· Insistirá en que su carácter y sus motivos son superiores a los de usted.
· Evitará asumir su parte de responsabilidad en el problema surgido entre los dos.
Una vez que el chantaje ha tocado una relación, ésta se torna rígida, congelada en esquemas de exigencias y rendiciones.
Con la comprensión y la compasión no llegamos a ninguna parte con un chantajista emocional: sólo echamos leña al fuego del chantaje.
Las cuatro caras del chantaje emocional son:
- Los castigadores
- Los autocastigadores
- Las víctimas
- Los seductores
Se conoce por psicología positiva a aquella rama de la psicología de reciente aparición que busca comprender, a través de la investigación plenamente científica, los procesos que subyacen a las emociones positivas y cualidades propias del ser humano.
Este interés no sería otro que nuevos conocimientos acerca de la psique humana, no sólo para ayudar así a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los individuos, sino -a su vez- para alcanzar una mayor calidad de vida, todo ello sin apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica propia de toda ciencia de la salud.
Es una escuela fundada por el estadounidense Martín Seligman que, tras 25 años de estudiar los síntomas de la depresión, comenzó a preguntarse por qué, en lugar de deprimirse, muchas personas lograban adoptar una actitud más o menos optimista ante la vida.
El gran descubrimiento de Seligman no fue empeñarse en definir o curar “enfermedades” conocidas obviamente como tales, como podrían ser depresiones o transtornos en sí de ansiedad, sino en investigar qué hacen y sienten las personas que, en sí mismas, se consideran como personas felices. Posteriormente, trató de enseñar esos pensamientos y actitudes.
Encontramos en su libro, “La auténtica felicidad” una definición tripartita de felicidad, compuesta por la vida placentera (placeres sensoriales), el compromiso (el grado de compenetración con la familia, el trabajo, la pareja, los hobbies) y una vida con sentido (sensación de trascendencia, vinculación con algo mayor que uno).
En él, resalta que la mayoría de la gente construye sus vidas en torno al primero aunque los dos que pueden brindar una felicidad duradera son los segundos.
Y es que la psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología y la salud mental que viene a complementar y apoyar al ya existente.
Si traspiras, te comes las uñas, tu corazón late a mil y solo quieres llorar, es que puedes estar viviendo un episodio de ansiedad. Aprende a identificar qué te ocurre y pon en práctica los siguientes ejercicios para controlar este problema.
Afronta el problema, no lo evites.
Vivimos en una época llena de incertidumbre e inseguridad, y si bien todos vivimos la misma realidad algunos la viven de una forma y otros de otra. ¿Qué cambia? La diferencia radica en la forma en que cada uno percibe, interpreta, decodifica los hechos de la realidad, y esa forma de pensar y ver el mundo está condicionada muchas veces por el grado de ansiedad que cada uno tiene.
Esa poca placentera sensación que se caracteriza por molestias tanto emocionales como físicas ante una situación dada, se la conoce como ansiedad. Traspiramos, nos comemos las uñas o no podemos ni conciliar el sueño; todos tenemos esta ansiedad en diferentes momentos o situaciones de la vida, pero lo importante es detectar un cuadro de ansiedad: Identificar los pensamientos o diálogos internos que los hacen poner ansiosos y reconocer las situaciones que nos disparan la ansiedad. Evitar evitarlas, porque solo con afrontamientos se superar.
Recursosprácticos. Pon en práctica los siguientes ejercicios por lo menos tres veces por semana para evidenciar los buenos resultados:
- A la ansiedad no hay que eliminarla: el secreto está en aprender a manejarla.
- Para manejarla y reducirla primero hay que identificarla, registrarla como tal.
- Reconocer que nuestro cuerpo y mente tiene energía limitada: no exigirle más de la cuenta.
- Un buen baño, agua calientita y tiempo suficiente para el relax son claves. Relajarse lleva tiempo, no se hace rápido.
- Hay que aprender a relajarse, existen técnicas para ello.
- Música tranquila, con sonidos de la naturaleza nos ayudan a bajar el ritmo acelerado del día. Mediante técnicas de respiración, relajación y visualización podemos recrear en la imaginación un espacio donde poder entregar cuerpo y alma. Crear un clima propicio para mimetizarse con esa música y adentrarse en ese paisaje mental para encontrar paz y tranquilidad que el mundo real no nos permite.
- Planificar, agendar tiempo para descansar, desenchufarse y conectarse con si mismo y nuestro afectos.
- Divertirse, reírse mucho, reunirse con el grupo amigos.
Por definició una fobia es el “temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (...) la exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia (...) las situaciones fóbicas se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar”. Dice también que los comportamientos de evitación interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales, académicas o sociales o bien provocan un malestar clínicamente significativo. Además el DSM-IV especifica el tipo de fobia específica, ya sea animal, ambiental, situacional (entre otras).
Puede estar referida a situaciones bien definidas o frente a objetos que no son en sí mismos generalmente peligrosos los cuales son evitados de un modo sistemático o afrontados con gran temor. Cabe aclarar que la angustia y la ansiedad no se alivian por saber que otras personas no consideran dicha situación como peligrosa o amenazante, o que el temor resulta desproporcionado.
Cabe destacar algunas fobias restringidas a situaciones muy específicas tales como a la proximidad de animales determinados, las alturas, los truenos, la oscuridad, a viajar en avión, a los espacios cerrados, a tener que utilizar urinarios públicos, a ingerir ciertos alimentos, a acudir al dentista, a la visión de sangre o de heridas o al contagio de enfermedades concretas, etc. Estas fobias suelen presentarse por primera vez en la infancia o al comienzo de la vida adulta. El grado de incapacidad funcional que producen depende de lo posible que resulte para el enfermo evitar la situación fóbica. El temor a la situación fóbica tiende a ser estable, al contrario de lo que sucede en la agorafobia.
Desde el punto de vista fenomenológico a diferencia de lo que sucede en la agorafobia y en las fobias sociales, están ausentes otros trastornos o patologías. Los temores a enfermedades específicas tales como el cáncer, cardiopatías o infecciones venéreas, deben clasificarse en trastorno hipocondriaco a menos que hagan referencia a las situaciones específicas en las que pudiera contraerse la enfermedad. Tampoco deben considerarse fobias cuando la convicción de enfermedad adquiriese una intensidad delirante.
La “crisis de angustia” es definida como un trastorno que puede ser provocado una fobia específica. Se caracteriza como: “...aparición temporal o aislada de miedo o malestar intensos”. Considera el DSM-IV que suele acompañarse de algunas de las siguientes manifestaciones somáticas: palpitaciones, elevación de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores, sensación de ahogo o de atragantarse, opresión o malestar toráxico, nauseas, inestabilidad, mareos, escalofríos, sofocaciones, hormigueo, entumecimiento, que no pueden explicarse por el consumo de sustancias o por la presencia de otros trastornos mentales.
El manual describe otros tipos de fobias, destacándose por un lado La agarofobia (ansiedad de encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil. Los temores suelen estar relacionados con situaciones características, y que para evitar la angustia se limita o evitan el número de situaciones, circunstancia que suele apaciguarse en presencia de otra persona conocida). Se hace mención específica a la “fobia social”(“temor acusado o persistente a situaciones sociales o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la posible evaluación por parte de los demás).
La Agorafobia se conoce fundamentalmente por el temor a los espacios abiertos, como así también otros relacionados con ellos, como temores a las multitudes (incluyendo comercios con muchos clientes, centros públicos en los que circulan gran cantidad de personas, etc.). Este cuadro se enmarca conjuntamente con la idea de dificultad para poder escapar inmediatamente a un lugar seguro (por lo general el hogar). Fenomenológicamente es común un rasgo característico consistente en una manifiesta vivencia de la falta de una salida inmediata del lugar donde se encuentre. La mayor parte de los afectados son mujeres y el trastorno comienza en general al principio de la vida adulta. Suele ser progresivo, llegando a incapacitar seriamente a quién padece de esta psicopatología.
Perspectiva psicoanalítica
La fobia es una formación defensiva que transforma la angustia en miedo, concentrándose el sujeto en un objeto específico. Según J. Lacan, esta defensa se pone en evidencia frente a la estructural falla simbólica de la función paterna (no del padre). La intervención clínica del psicoanálisis no apunta a desensibilizar al sujeto ni a explicarle las causas de sus padecimientos, sino que intenta brindar un espacio de análisis para abordar las significaciones anudadas al objeto fobígeno.
El psicoanálisis aborda también la fobia como histeria de angustia (para diferenciarla de la histeria de conversión) pero no deja de referirse simplemente al término fobia. Así desconfía de las terapéuticas que intentan agrupar a las personas según los objetos fobígenos (trenes, aviones, perros, altura, comidas, etc) sino que considera a la fobia como un síntoma estructural.
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